La implicación de la decisión del IPCC es que potencialmente elimina las barreras para integrar el carbono negro y otros forzadores climáticos de corta duración en el inventario de emisiones y los sistemas de informes creados para los gases de efecto invernadero. En la mayoría de los países, el sistema de inventario de gases de efecto invernadero está mejor desarrollado y es más sostenible que cualquier proceso de inventario de emisiones de contaminantes del aire (si es que existe). Por lo tanto, poner las emisiones de los forzadores climáticos de vida corta en el marco del inventario de emisiones del IPCC y proporcionar una metodología relevante a nivel mundial para cuantificar las emisiones debería permitir una evaluación mucho más sólida tanto del cambio climático como de la contaminación del aire.
La iniciativa SNAP de la Coalición ha demostrado que para reducir eficazmente los contaminantes climáticos de vida corta e integrar la contaminación del aire y la mitigación del cambio climático, es importante cuantificar las emisiones de manera consistente. Además, es importante expresar la relevancia de implementar una medida de mitigación en particular en términos de impactos tanto en el clima, la salud y los cultivos. Deben tenerse en cuenta las emisiones de todos los gases de efecto invernadero pertinentes, los contaminantes climáticos de vida corta y los contaminantes atmosféricos. La decisión del IPCC debería facilitar a los países el cumplimiento de este requisito y la realización de dicha evaluación.
El proceso que condujo a este resultado histórico fue impulsado por varios CCAC socios, con el apoyo del Panel Asesor Científico de la Coalición. En la 46ª sesión del IPCC, en septiembre de 2017, las Partes aprobaron una propuesta presentada por México, Chile y Kenia y apoyada por Noruega, Arabia Saudita, Bélgica, Alemania, EE. forzadores climáticos y desarrollar recomendaciones sobre el trabajo futuro del Grupo de Trabajo del IPCC sobre Inventarios.
La reunión de expertos se celebró en Ginebra, Suiza, en mayo de 2018 y fue organizada por la Organización Meteorológica Mundial (OMM) y la Secretaría del IPCC, con la generosa financiación de Suiza y Noruega. La Reunión de Expertos recomendó que el IPCC prepare una guía para estimar las emisiones de forzadores climáticos de vida corta.