Catalizar un mayor acceso a cadenas de frío sostenibles y eficientes es una de las cuatro campañas clave de Efficient Cooling Initiative para 2020 y 2021.
Cada año se pierde un tercio, o 1.3 millones de toneladas, de todos los alimentos producidos para el consumo humano. La FAO estima que la huella de carbono de los alimentos producidos y no consumidos es de aproximadamente 4.4 gigatoneladas de dióxido de carbono equivalente (GtCO2e) por año, más que las emisiones anuales de todos los países del mundo, excepto China y Estados Unidos. La falta de cadenas de frío adecuadas es responsable de alrededor del 9 % de la pérdida de producción de alimentos perecederos en los países desarrollados y del 23 % en los países en desarrollo, con aproximadamente 1 GtCO2e directamente atribuible a cadenas de frío insuficientes. Mejorar las cadenas de frío podría evitar entre 19 y 21 Gt de emisiones de CO2e acumulativas hasta 2050.
El papel de las cadenas de frío se ha vuelto aún más importante durante la pandemia de COVID-19. La pandemia ha puesto de relieve la importancia del acceso a refrigeración respetuosa con el clima, tanto para la refrigeración de espacios como para las cadenas de frío de vacunas. Las intervenciones de enfriamiento pueden satisfacer tanto las necesidades de emergencia a corto plazo como la recuperación económica a largo plazo, al tiempo que contribuyen al desarrollo sostenible, reducen las emisiones de contaminantes y aumentan la resiliencia ante las crisis de salud y el cambio climático. Abordar el desafío del enfriamiento también ayudará a fortalecer la colaboración entre los silos políticos, gubernamentales y técnicos y desarrollará la resiliencia ante futuras crisis.